Una forma de diferenciar las distintas fibras ópticas que existen en el mercado es saber hasta dónde llega. Por una parte encontramos la fibra dedicada (la fibra hasta el hogar), que ofrece la conexión entre la centralita y nuestro hogar de forma directa. Esta fibra alcanza velocidades de transmisión entre los 300 Mbps y los 10 Gbps. Entre sus características, destaca por ofrecer conexiones fiables, rápidas y estables.
Por otro lado, encontramos la instalación híbrida o dedicada, que tira la fibra óptica desde la centralita hasta un punto intermedio más o menos cerca de nuestra casa. Desde ese punto hasta el hogar se opta por otro tipo de cabre, generalmente coaxial o de cobre. Se trata de las instalaciones más comunes cuando el objetivo es abaratar costes del despliegue e instalación a coste de reducir sus capacidades.
También encontramos fibra hasta el nodo, hasta la antena de telefonía, hasta el edificio, hasta el armario de telecomunicaciones o fibra hasta el punto de distribución. Esta última ofrece un equilibrio entre coste y cercanía con el usuario muy optimizado.
Las diferencias entre la fibra dedicada y la compartida está en la existencia o no de agregadores de caudal entre la centralita de la teleoperadora y el usuario. También difieren en la garantía de caudal, ya que en un acceso compartido solo es posible hacerlo hasta el agregador de tráfico más cercano a la centralita.
La fibra compartida se diferencia entre velocidades de subida y de bajada, mientras que la fibra dedicada es simétrica.
La fibra compartida suele utilizarse para la navegación consumo de contenido en streaming, ya que se envían pocos datos. En cambio, los usuarios que demandan una conexión fluida con alta capacidad de transferencia, privacidad, accesos y almacenamiento (empresas y administraciones), la fibra dedicada es la opción ideal.
Velocidades de la fibra óptica
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